Capítulo uno: No es una buena historia…
Esto nunca lo fue y no suele haber finales felices en estas historias y aquella noche no fue una excepción.
Llovía, empezó a llover nada más salir de maldito antro ensangrentado por los restos de aquellos malditos hijos de puta que quisieron empezar su pequeña guerra y decidir joderme la mano, la partida y dejándome con la cara de poker.
Me dolían los golpes y la herida de bala que aun tenia abierta en las costillas, por no contar la “mojada” que aquel maniaco “portugués” me había dejado de recuerdo en la pierna izquierda ahora bajo una venda apretada y sangrante. Por eso ahora estaba ahí sentado quitándome la envejecida y ensangrentada chupa de cuero que tantas noches me protegió del frío y que ahora se convertía en mi fiel compañera en estas jodidas juergas, sin dudarlo mis ojos y mi mano más libre fueron directos a abrazar fuerte sabor de mi mejor amigo Jack, él es un chico majo de Tennessee, que siempre te acaba sacando una sonrisa y creo que por eso le quiero. Su sabor en mis labios era un beso que echaba de menos, bajaba caliente ya estaba mucho más que acostumbrado a su sabor y aunque nunca consideré que tenia un problema con la bebida, si es cierto que cada vez que algo me jodia acababa contándole mis historias al culo de Jack y eso, era demasiado a menudo últimamente.
Tras el trago y como consecuencia la mueca contenida de placer en mí cara, fui a por los analgésicos, esos milagros de color blanco que conseguían que durmieran y que aguantara un día más tras una noche lluviosa de palizas como esta, normalmente me tomaba unas tres, pero hoy era una noche especial y no solo por lo que tenia por todo el cuerpo, si no por lo que tenia dentro en el pecho en “eso” que llamaban… corazón y los viejos recuerdos que todo esto me traía, así que hoy eran “cinco milagros”. Los miré contándolos bien y me los tome acompañándole otro abrazo de Jack, este pequeño lo justo para que bajaran, me recline lentamente sobre la silla y mirando al vacío a través de la ventana mojada dejé a Jack sobre la mesa, lentamente, pues hoy tenía ganas de hablarle un buen rato y no quería que se fuera lejos…
Ahora empezaba a acordarme de toda la historia y recordaba con algo parecido a una sonrisa en mis labios, lo primero por lo que metí en este lío: tiene buenas curvas, buen culo, pecho generoso, planta espectacular, sonrisa encantadora y juguetona con mirada de ojos verdes a juego, pelirroja, bueno de bote pero aun así eso no le hacia un defecto, si no más bien otro tentador pecado más a la larga lista que toda ella era. Lo parezca o no, lo primero que me llamó la atención de esta diosa de ensueño era su nombre: Eleonor.
Todo empezó por ella y casi acaba por ella. La última aparición de Eleonor me había ocasionado una jodida esquizofrenia. Sentía euforia, pero al mismo tiempo miedo y la impresión de los males del pasado habían vuelto junto con sus voluptuosos pechos...
¿La quería? ¿Tenía elección?
El pasado es un abismo insondable. Intentas huir de él, pero cuanto más huyes, más grande se hace y los bordes del precipicio te rozan los talones.
Tu única opción es girarte y hacerle frente. Pero es como mirar dentro de tu propia tumba o como besar el cañón de una 9mm con una bala en su negro nido, ansiosa por volarte la tapa de los sesos.
viernes, 31 de octubre de 2008
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