Era una época de auge para los Jedi, tras la destrucción de la Ord Ibanna y la respectiva disolución de los Sith reinaba una relativa calma que no se recordaba desde tiempos anteriores a las Guerras Clón, los Sith debilitados se escondían entre los poblados con miedo a ser descubiertos. El lado oscuro de la fuerza pedía a gritos un nuevo tirano que sustituyera al fallecido Jion Solder y llevase de nuevo el mal al poder. Mientras tanto la moneda de Fuerza que le había alzado a la gloria estaba ahora en manos de un no menos peligroso Kexar Rainsun, del que todos sabían lo débil que era la línea que le separaba del bien y del mal, pero ni el más sabio de los Jedi hubiera visto en lo que se iba a convertir...
Tras la fácil eliminación de Jion, Kexar había cogido la mano en la que se encontraba la moneda de Fuerza que había echo famoso a Jion, sus propósitos en un principio eran buenos, subió a su nave con intención de llevar la moneda al consejo, pero en el camino, el poder de la moneda le hizo enloquecer con su sola presencia, parecía como si la moneda echara de menos ser portada por un ser al que volvería poderoso y terminaría por manejar. Fue en ese momento cuando Kexar cogió la bolsa donde estaba la moneda y la guardó entre sus ropas, cogió a su compañero el Caballero Jedi Ïnizer Nes-Gar que estaba en la nave aun inconsciente tras la emboscada sufrida y lo metió en la prisión que tenia en la nave, Ïnizer aunque inconsciente su rostro mostraba sufrimiento como si pudiese adivinar lo que en cuestión de horas iba a suceder. La nave capitaneada por Kexar cambio la dirección rumbo a los inhabitados pero tenebrosos templos Massasi. Al llegar allí, su parte todavía cuerda de se estremeció solo con ver las ruinas, pero el poder de la moneda era aun más fuerte que el miedo de la historia de esos templos pudiese causar en él. Loco por la moneda y su terrible afán de poder, se dirigió a la sala del altar donde tantos ritos al lado tenebroso de la Fuerza ahí se habían realizado, lo que en otros tiempos había mostrado el poder que sus habitantes habían tenido, ahora se mostraba sombrío y derruido por el paso del tiempo, en la sala, repleta de escombros reinaba la oscuridad combatida en el día por los rayos que atravesaban un agujero del techo, pero en ese momento nada del templo ni siquiera el estado en el que se encontraba la sala del altar importaba a Kexar, se colocó detrás del altar y puso sobre él el sable en el que yacía el espíritu de Araun, desmonto el cristal en el que lo contenía y lo posó sobre el altar, de entre sus ropas saco la bolsa en la que guardaba la moneda y de ella el preciado objeto, envuelto en la locura empezó a hablar al cristal como si tratase de que Araun le oyese.
- Tú querías poseerme, pues ahora lo voy a hacer yo y juntos dominaremos la galaxia, aniquilaremos a los Jedi y a los Sith, nadie podrá arrebatarnos este poder porque nadie podrá vencernos.
El eco de estas palabras recorrió todo el templo el que aunque Kexar no se dio cuenta tomo vida como si sus muros supiesen lo que dentro de poco iba a suceder. Retirando el sable del altar, dejando tan solo el cristal de Araun, colocó sobre la mano derecha la moneda, tras esto Kexar empezó a notar el poder que poseía, solo faltaba un último paso, absorber el espíritu de Araun del cristal, para ello puso su mano con la moneda sobre el cristal, y una luz empezó a emanar de él como si de una respuesta se tratase la moneda resplandeció igualando su brillo al del cristal y devolviendo a la habitación toda la grandiosidad y el poder que tubo en un pasado, el nervioso rostro de Kexar empezó a crear una sonrisa que no duro ni un segundo, pues un dolor atravesó su cuerpo como si el puño de Araun en vez de poseerlo lo atravesara abriendo a su paso un agujero al exterior y a su vez la moneda derretía la piel de su mano hasta desaparecer dentro de ella, el dolor fue aumentando como si de la venganza de Araun se tratase, haciéndole caer de rodillas en el frío y polvoriento suelo de la sala. Tardo un poco en levantarse pero al hacerlo se dio cuenta de que detrás del altar no era solo Kexar el que salía si no que Araun le acompañaba desde su interior. Sin saberlo Kexar había creado dentro de él un monstruo, los poderes del lado luminoso con los oscuros y estos a su vez aumentados por la moneda de Fuerza, en su interior se encontraba un gran poder del que iba a sacar partido convirtiéndose así en un nuevo hombre en la carrera de gobernar el universo.
La sala empezaba a iluminarse por el joven Rainsun, que desprendía una luz rojiza que le envolvía el cuerpo. De repente los escombros y las columnas se empezaron a mover, Kexar al parecer sin esfuerzo estaba reconstruyendo el templo y de algún modo devolviéndole su maléfico esplendor, las antorchas se encendían y su luz brillaba en los innumerables pasillos que recorrían el templo, ya no había agujeros en los techos, ni grietas en las paredes y las puertas del templo se cerraron, pero a través de ellas todavía se podía oír la maléfica carcajada del que ahora era su inquilino...
No hay comentarios:
Publicar un comentario